Rafael Maldonado – Escritor : Cuaderno de incertidumbre – Reseña de Guillermo Busutil

Cuaderno de incertidumbre – Reseña de Guillermo Busutil

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La literatura es el mapa de un territorio que exploramos con el lenguaje de nuestra mirada y esa actitud que es la voz desde la que se narra el viaje que contamos. Un viaje nuestro y en el que embarcamos igualmente a los lectores en busca de un tesoro. La literatura es también el mapa de nuestras lecturas, el territorio que ellas van conformando en nuestro imaginario como lectores, y en ocasiones como aprendices de escritores. Cada libro es una equis, una isla, un océano, una prueba. A veces, cuando nos descubren tanto y nos adentran en lo que desconocemos, son ese primer beso, aquel golpe que nos hizo conocer el dolor o una herida que cicatriza. La suma de todo es lo que nos convierte en buenos lectores, al igual que en inconformistas escritores. El sueño que aspira cumplir todo inteligente y pasional lector como le sucede a Rafael García Maldonado. Una voz que se busca pertinaz y ágil en la literatura de la que nace su vocación y en la escritura de las historias que teje. Los dos territorios a los que me he referido y presentes en estas trece piezas narrativas que hoy presentamos, y de las que más bien once trenzan ese otro territorio que la mayoría de los escritores funda como campo de batalla y atmósfera de un estilo, de unas temáticas nudosas como las ramas de un olivo, un ciprés, una sequoia, un magnolio, ejes alrededor de los que suceden las vidas imaginarias y la autoficción del yo reflejado en su literatura, reivindicándose en el territorio en el que todo autor ambiciona reconocerse.

Comala, Macondo, Santa María, Región. Ese paraje metafórico del lenguaje de Juan Benet, a quien admira Rafael y que se refleja en ese Majer, pueblo, ciudad, espacio, ámbito geográfico, emocional, épico, en el que la mayoría de esas once piezas se suceden en el tiempo – las otras dos, la del viaje de Telémaco en busca de su padre, y la del trasunto de un Cervantes desencantado, se sueltan del cauce que une las historias del libro-. En cambio las otras van completándose como un puzle de memorias de una familia, la García Rey, de otros personajes: Alejandro Garcés, José Salas, Pandora, el inspector Leclerq, Guillermo Rey, el doctor Casasola, y acontecimientos cuyo corazón narrativo, suspense o construcción son la pretensión de salvar la memoria de otro o de salvarse de la propia. Salvarse, sí, como una forma de llegar a un acuerdo con viejas heridas de guerras –la de Marruecos, las de España, la de la División Azul-, del deseo, de la desesperanza, de unos ojos equivocados, de una misión suicida, de la locura en la que el infierno es de color blanco. Todas y cada una de estas historias las define el autor como relatos, aunque más bien serían senderos narrativos de una misma historia, las perspectivas temporales de esas voces que retratan la piel nudosa de ese territorio que se nos dice sin pasado, sin tiempo lineal pero al que más de cien caminos acceden –es inevitable no recodar al excelente Italo Calvino de Si una noche de invierno un viajero-, y en el que vamos conociendo las sombras y los espacios, la figura al fondo de una taberna, la existencia de un marino ciego que huele libros que encierran travesías y la plaza del doctor, figura tutelar de Majer y de una estirpe barojaniana entre la ciencia médica y la literatura.

Todo territorio literario, además de una plaza escénica, tiene otro centro neurálgico más determinante. En el de este libro de García Maldonado se trata del corazón de una enfermedad. Me refiero a la biblioteca aleph, el universo borgiano, desde cuyos veneros se propaga la infección de la lectura, la dolencia del letraherido. Presencias fundamentales en estas piezas articuladas y solventes que buscan encajar entre sí. La Biblioteca, la Ítaca de todos los lectores y de nuestro autor que no en vano nombra a una de sus guardianas como Pandora -lógico si admitimos que abrir un libro es destapar la caja de la naturaleza humana y sus demonios-. Y los libros, y sus autores, o los escritores con los que contrajo su deuda el que escribe acerca de los misterios y destinos de sus criaturas. Galdós, Thomas Mann, Faulkner, Calvino y Borges -como ya he señalado-, Homero, Cervantes, Dante, y Benet. Los nombres de una tradición maestra de las que nace la tinta y la mirada, la voz con la que narra Rafael García Maldonado las vidas caleidoscópicas de este Cuaderno de incertidumbre sobre hombres que representan un estilo de vida, la vida de unos luchadores que en diferentes campos de batalla –extraños siempre- dejaron una huella que el narrador recupera y nos cuenta entre el suspense y la evocación, las historias dentro de las historias y sobre todo con una irreductible pasión por escribir. La misma que espero les contagie la pasión por leer este mapa y hallar su propio tesoro.

Gracias.

Guillermo Busutil/ 2016