Rafael Maldonado – Escritor : Umbral y la revista Jano

Umbral y la revista Jano

Rafael García Maldonado | 06/10/2025

La Versalita, día 5.10.25

 

 

Es algo maravilloso comprobar que la inmortalidad de algunos escritores es real. Síntoma de la salud literaria de un autor es que cada cierto tiempo se publique una reedición de su obra o, lo que es mejor, un libro inédito. Es el caso que nos ocupa: el de Francisco Umbral y los dos tomos de artículos que publicó para la revista Jano: medicina y humanidades. Los publica la editorial Renacimiento bajo los títulos Yo, Umbral, edición a cargo de Bénédicte de Buron-Brun, y El corazón y la luna, con edición de Álex Prada, y llegan a las librerías mañana, día 6. ¿Es un acontecimiento? Sí lo es para los admiradores de Umbral, que son –salvo contadas excepciones malbaratadas que se creyeron la avilantez del personaje– los admiradores de la gran literatura en castellano. Muchos oyentes tal vez se pregunten qué era Jano, además del dios de los comienzos, de las puertas, de los finales, los –qué bien me viene- umbrales, las transiciones y el tiempo, y es que también lo era la revista de los médicos y personal sanitario que yo, de familia de médicos y farmacéuticos, tenía siempre a la mano durante mi infancia. En mi casa, en la de mis tíos, en la de mis abuelas, que la seguían recibiendo a pesar de la viudedad. Una revista magnífica y completa que buscaba el puente entre la ciencia y la cultura, tan necesario, y donde no sólo publicó Umbral, sino gente de la talla de Cela, Delibes, Bryce Echenique o Javier Marías, y donde éste escribió el primer artículo, por ejemplo, de ensalzamiento de Thomas Bernhard, a través de la crítica de la obra maestra Trastorno, que había publicado Alfaguara por su insistencia.

En estos numerosos artículos que escribió entre 1971 y el año antes de su muerte en 2007, Umbral habla de todo y de todos, pero sobre todo de sí mismo, o de los demás y del mundo pero a través de sí mismo: de política, de las mujeres, de música, de literatura, del pueblo español, de periodismo, de hospitales y de su incorregible spleen. Umbral escribió miles de artículos y más de cien libros hablando de sí mismo y en el fondo nadie sabía quién era ni cómo se llamaba en realidad. Umbral, como le pasa a los grandes, no era tanto un ser humano que escribe como una literatura, o quizá sólo fue literatura, pura y en carne viva, mortal y rosa, podría decirse. “Sólo he vivido los cinco años que vivió mi hijo: el resto no ha sido más que caos y crueldad”, dijo. En ese caos y esa crueldad escribió una obra formidable e inagotable. Estos excelentes artículos pareciera que los escribe como el Cid, después de muerto, porque los grandes temas son los mismos que nos interpelan y zahieren. Jano se publicó hasta el año 2009, y pareciera que quedó herida fatalmente con la desaparición de Umbral.

Escribió para los médicos quizá por sentirse más protegido por ellos en su terrible y melindrosa hipocondría, como si de esa forma se los ganara para que éstos lo defendieran de la enfermedad y de la muerte. Aunque bien es verdad que convirtió la enfermedad, su neurastenia, en un recurso personal y estilístico, transformando sus dolencias reales e imaginadas en literatura, algo que mejoraba mucho su personaje decadente. Todo esto da igual porque en cada artículo y en cada página Umbral había más literatura, lo que yo concibo por literatura (estilo y prosa más poesía), que en casi todas las novedades que están empezando a llegar por la rentrée. Éstos son, sin duda, los dos libros que, de momento, más me interesan de las novedades de otoño.

Larga vida a Umbral.

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