Rafael Maldonado – Escritor : Patografía literaria

Patografía literaria

Rafael García Maldonado | 28/09/2025

Canal Sur, La Versalita. 28.09.25

La semana pasada fallecía en su casa de Sevilla el poeta, traductor, librero, gestor, biógrafo, novelista y varias cosas más Antonio Rivero Taravillo, a los 62 años. Creo que casi todos los que estamos aquí y los que nos oyen conocían, al menos de oídas, a este hombre orquesta, que tocaba todos los instrumentos, y todos bien, de la literatura. Sirvan estas palabras como somero recuerdo y homenaje. Yo lo saludé un par de veces en la feria del Libro de Sevilla por ser amigo de amigos, y siempre fue, para un escritor muy alejado del mundo literario como yo, un hombre afectuoso y simpático. Ya es mucho, porque no es esto ni mucho menos frecuente en los egos revueltos de la literatura, en feliz expresión de Juan Cruz. Ha muerto de cáncer –no de una larga y penosa enfermedad- y ha dejado testimonio de sus últimos meses de vida en las redes sociales, casi día a día, donde mezclaba raptos de decaimiento con los de esperanza en la curación, poemas melancólicos con paseos por Sevilla y pequeños placeres como un almuerzo al sol con sesiones de quimioterapia. Meses en los que no ha dejado de trabajar, a un ritmo y con una exigencia sorprendentes, para sorpresa y estupefacción de editores y escritores y amigos. Ha tomado aviones, ha presentado libros y ha ayudado a quien se lo pedía mientras el tiempo se le escapaba. Quizá sólo los que más acostumbrados estamos a tratar con la enfermedad sabíamos que el fatal desenlace no tardaría en llegar, y quizá por ello era aún más emocionante y reconfortante lo que escribía a guisa de diario del dolor. Lo que ha dejado escrito y que no me extrañaría que algún día sus herederos publicasen como libro, porque eso que él hizo sin pretenderlo es una suerte de subgénero literario, del que hoy quiero hablaros: la patografía literaria, y que se define, más o menos, como la narración, desde un punto de vista subjetivo, combinando lo médico con lo literario, del pathos o sufrimiento de una persona. Aunque no lo hayan oído nunca, es un género no tan minoritario, pues están adscritos a él, en varios de los géneros que trabajaron, sobre todo el diario íntimo, personajes de la talla de Tolstoi y Dostoievsky, por hablar de los rusos, uno depresivo y otros epiléptico, o Virginia Woolf (trastorno severo bipolar) y Camilo José Cela (su Pabellón de reposo es una patografía autobiográfica de su tuberculosis). En la actualidad, puede adscribirse al género Juan Gracia Armendáriz, que ha hablado mucho en sus excelentes diarios de su vida con enfermedad renal y trasplantes. Animo a los oyentes a que busquen más literatura patográfica, escritura de la enfermedad, donde, lejos de entristecerse, van a aprender, como hago yo con mi profesión, a valorar y a amar más la vida. Si se atreven y me permiten una recomendación que roza la obra maestra del género, lean Bajo el signo de Marte, del suizo Fritz Zorn. Un libro que comienza así ya lo dice todo en una frase: “Soy joven, rico y culto; y soy infeliz, neurótico y estoy solo. Provengo de una de las mejores familias de la orilla derecha del lago de Zúrich, también llamada de la Costa Dorada. He tenido una educación burguesa y me he portado bien toda mi vida. Mi familia es bastante degenerada, y probablemente también yo arrastre una notable tara genética y además esté dañado por mi entorno. Por supuesto, también tengo cáncer”.

 

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