Rafael Maldonado – Escritor : El último verano

El último verano

Rafael García Maldonado | 16/08/2024

De repente, el último verano. Un verano largo de colegial en el que sin embargo trabajo como un adulto luterano de bata blanca. Queda ya lejos la escapada a Portugal de julio con la que pretendía tomar oxígeno -Évora, Coímbra, Aveiro-, y los días de agosto pasan lentos, idénticos, gozosos también entre el trabajo y la holganza, entre Coín y Fuengirola, entre la tierra y los baños crepusculares de mar.

Recordaré este verano que aún vive y palpita como el verano de San Juan de la Cruz, el verano en el que leía por la casa a solas, engolando la voz, los poemas del Cántico espiritual y de la Noche oscura del alma. Quizá sea yo como es Ramón Andrés: un místico laico que se contenta con escribir media cuartilla de diarios cada día. Qué bueno es, por cierto, Ramón Andrés, sí, al que siempre he admirado y al que oigo en conferencias y leo en este último verano en el que, se me olvidaba, he tenido el honor del ser pregonero de la Feria de Agosto de Coín. He sido -y estoy siendo- un buen padre al que el ánimo flaquea quizá demasiadas, infaustas veces.

He releído a Conrad –El corazón de las tinieblas– tras leer una sobrevalorada biografía de ese gigante, y estoy terminando de leer a Musil (Las tribulaciones del estudiante Törles). He terminado de escribir tras cuatro años una larga y creo que buena novela, Bárbara Gunz, y no llevo bien que tras unas cuantas estupendas reseñas y bastantes entrevistas De mis sombras, hijo aparentemente haya desaparecido de los medios y de los lectores (como todos los libros de todo el mundo, por otra parte). He visto y sigo viendo algunas películas en el proyector de casa, en el cine de verano del patio, clásicos sobre todo, y estoy así menos solo, como cuando salimos a cenar con algunos -muy pocos- buenos amigos. He comenzado a hacer un borrador del discurso de entrada en la Real Academia Sevillana de Buenas Letras, sobre literatura y medicina en España y Portugal. Hemos navegado y visto delfines, y la luz que tiene agosto después de la Asunción de la Virgen promete, a la manera de ritual americano con roedores, que al verano le quedan aún varias largas, cálidas semanas.

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